Nunca he escrito nada personal en este blog. Ni suelo usar las redes sociales para eso. Pero por una vez me vais a permitir salirme del mundo de la aventura para abordar un tema diferente. El tema de la creatividad (crear una aventura o cualquier otra cosa) y sobre todo del bloqueo.
Yo siempre he sido de extremos; me cuesta mucho encontrar un punto medio en el que pararme. Y cuando se trata de crear no es diferente. Paso de temporadas (cortas) de gran intensidad creativa a otras (más largas) de absoluta apatía.
Mazmorras de Antur fue desarrollada en menos de un mes, durante el cual trabajé prácticamente cada día. A veces incluso durante el descanso de hora y media que tengo para comer.
El 4 de Marzo del 2021 escribí esto en Twitter:
Ayer me fui a dormir a las 6 am, toda la noche trabajando en mi juego. Hoy tenía que ir a mi trabajo «de verdad». Pero en el descanso del mediodía estoy aquí, con una mano comiendo y con la otra en el ratón. Y es la mejor sensación del mundo. Todo lo demás me da igual.
RESCATE 2019 fue un proyecto largo. Yo equiparo sus tres partes a trabajar en tres juegos separados. Y durante su desarrollo tuve periodos creativos y periodos de apatía total que se iban alternando.
En cierto modo me vino bien ese ritmo alterno, porque soy un escritor lento, a veces se me ocurren soluciones de guión días o semanas después de que lo he dejado ya «terminado», y reescribí el guión varias veces, en ocasiones con cambios drásticos. Si no me hubiera tomado mi tiempo para reescribir sino que hubiera sacado el juego del tirón, incluso poniéndome una fecha límite, habría sido un juego muy diferente. Así que creo que al final ese ritmo de desarrollo con pausas benefició al juego.
En Junio del 2020 escribí en Twitter algo muy parecido a lo que dije de Mazmorras de Antur:
De pronto me entró la obsesión y me puse a trabajar en él literalmente todos los días, varias horas al día (compaginando con mi trabajo «normal»). A veces acostándome a las 3 o las 4 de la mañana. Llevo así casi dos meses y la verdad es que es la mejor sensación del mundo.
Pero un día el motor se para de pronto. Se le acaba el combustible. Es un parón en seco que llega sin avisar, sin un motivo claro. Puede durar semanas, meses, o incluso años.
Durante toda mi vida he sido un gran procrastinador. Es difícil de explicar para quien no lo ha vivido. ¿Cuál es la diferencia entre procrastinar y ser un vago? Quizá que cuando eres un vago te da todo igual. Pero cuando procrastinas no puedes dejar de sentirte culpable por ello. Pensar en que tengo que hacer un juego, unos gráficos, o «x», a veces me causa estrés, aunque sea algo divertido. Y lo único que quiero hacer es huir de ese estrés haciendo alguna otra cosa. Algo trivial que no requiera ningún esfuerzo mental o físico, como ver series en Netflix, jugar a un juego, o pasar las horas en las redes sociales.
A cualquiera que se lo cuente me responde con un: «Si es un hobby, hazlo cuando te apetezca, no te obligues» etc… O la versión más negativa: «Si te interesara de verdad, lo harías». Y esa es justo la respuesta que NO necesito, es como decirque a alguien con depresión: «Anímate, piensa en positivo, hay gente que está peor que tú». Pero comprendo que mucha gente no lo entienda. Lo cierto es que a veces no controlamos lo que hacemos, no somos dueños de nuestras vidas. El ludópata podría dejar de jugar, el que tiene un problema de obesidad podría ponerse a dieta, y el fumador dejar de fumar. Pero a veces tendemos a hacer lo contrario de lo que realmente queremos. Y es algo muy frustrante.
Ahora tengo entre manos un nuevo juego: Retorno a las mazmorras de Antur. Y lleva meses parado. Y cada vez me cuesta más. Porque cuanto más se alargan esos parones, más cuesta volver. La sensación es como si tuvieras que escalar una montaña que, con el paso del tiempo, se fuera volviendo más y más alta. Se siente como una tarea imposible. Sé que no es verdad, terminé RESCATE 2019 y era un juego más grande y ambicioso que este. Pero se siente como una tarea imposible.
Siempre que he tenido una etapa de intensidad creativa he pensado que, si pudiera ser siempre así, habría creado tantas cosas: cómics, relatos, juegos, vídeos de youtube… Por cada cosa que he hecho hay diez que no hice porque estaba tirado en el sofá viendo la vida pasar.
En este sentido yo siento una gran admiración por Locomalito, autor de multitud de juegos indie como Maldita Castilla o La abadía de los muertos. El tío tiene su trabajo normal, su familia, su rutina, y después de todo eso saca una hora de sueño a la noche para trabajar en sus juegos. Y poco a poco, sin prisas pero sin pausa, va sacando una producción que ya nos gustaría a muchos, tanto por cantidad como por calidad.
A veces decimos que no tenemos tiempo para tal o cual cosa, pero no es verdad, nos estamos engañando a nosotros mismos. Sí que tenemos tiempo, solo que preferimos dedicarlo a otras cosas.
Acepto que hay días en los que necesitamos desconectar, o por lo menos bajar el ritmo. Pero son días, no semanas o meses.
Trabajar en cualquier proyecto que sea mínimamente ambicioso, a largo plazo implica que van a haber momentos en los que no te vas a divertir, pero sigues adelante pensando en el resultado final. Igual que cuando uno va al gimansio, ya sea por estar sano, por tener un cuerpo como Conan el bárbaro, o por lo que sea, uno no se está divirtiendo cada minuto que está ahí haciendo repeticiones. La satisfacción no está en el presente, sino en el resultado futuro. Todo proyecto de cierta envergadura requiere constancia y trabajo. Y no te diviertes todo el tiempo. A veces lo haces simplemente porque tienes que hacerlo.
A quienes dicen que estas cosas hay que hacerlas solo cuando te lo pide el cuerpo, les recuerdo la frase de Picasso: «Que la inspiración me encuentre trabajando».
Yo querría dedicar mi tiempo a hacer juegos, pero aquí estoy parado desde hace meses. El mayor obstáculo para alcanzar mis objetivos soy yo mismo. Todos los días pienso en ello. Todos los días digo que me quiero poner manos a la obra, pero cuesta dar ese primer paso. Hoy lo intentaré otra vez. Igual el hecho de publicar este artículo me ayuda de algún modo a dar ese paso. Ya os iré informando.
Esta es la clave Ricardo: «A veces decimos que no tenemos tiempo para tal o cual cosa, pero no es verdad, nos estamos engañando a nosotros mismos. Sí que tenemos tiempo, solo que preferimos dedicarlo a otras cosas.»
Es cierto que perdemos horas en rutinas innecesarias, y que si sumáramos todas esas horas no daría un telele de pensar en que estamos malgastando gran parte de la vida.
Lo importante es darse cuenta de ello e intentar desviarnos de esos saca tiempos que nos producen al final esa sensación de ver pasar los días y no haber hecho nada de provecho. Es complicado, lo se. Y a veces necesitamos esos días de sillón y tele para valorar más lo que es estar haciendo algo que te llene. De hecho puede hasta recargarte la pilas si se toman en la dosis justa.
Estas navidades han sido así para mí, y me han ayudado a comenzar el año con muchas ganas de crear y aprender.
Así que hagamos caso a nuestro interior que nos conoce mejor que nosotros mismos.
¡Fuerza!
Buenas
Lo primero decir que se agradece volver a leer un artículo del capitán de la Ganímedes, trate de lo que trate. Sea este un punto de retorno a la actividad en el blog.
Ya sobre el artículo, poco puedo comentar en esta materia. No me identifico especialmente con ese término tan complicado para mí de pronunciar, procrastinar. Las mínimas ocasiones que he tenido que preparar alguna cosa o que he escrito actúo, creo, de forma compulsiva. Si tengo una idea de guión, utilizo mi técnica infalible de escribir ideas, puzzles, diálogos y localidades abstractas para ir dándoles forma. Día a día le voy dando vueltas, resuelvo puzzles o situaciones hasta que voy quedando conforme. Afortunadamente es algo muy esporádico, supongo que a alguien con más camino recorrido es lógico que se le acabe haciendo cuesta arriba.
De todas formas, este estado de rechazo a la actividad es algo que me toca muy de lejos y es demasiado fácil hablar desde la barrera. Por cierto sobre esas personas que responden con un ¡ánimo! o ¡dale duro!, deberían cotizar algún tipo de impuesto extraordinario, creo que un 21% de su remuneración laboral sería justo y les haría reflexionar, supongo.
Gracias por el artículo, capitán. Un saludo.
Suscribo todo lo que comentas ahí. Yo que tengo varias aficiones creativas (todas a nivel eterno principiante, porque mi cerebro es así de defectuoso), a veces dispongo todo para avanzar en un proyecto concreto, pero llega el momento y… me atasco; todo lo que se me ocurre me parece muy malo. Entonces, como el impulso creativo aún dura, huyo a otra afición y quizá fluye algo… pero es mera distracción y no me alivia, porque sé que me he atascado en lo que realmente quería hacer. Y sí, pueden durar incluso años en un proyecto, las mismas ganas de continuarlo y el mismo atasco. Respecto a que no todas las fases de un proyecto son estimulantes, aunque sí esté fluyendo, también lo he experimentado. Y también he aparcado por unos días o semanas algo, precisamente por alguna fase que considere necesaria, pero me resulte tediosa. Es una montaña rusa esto de crear, en varios sentidos, efectivamente. Una adicción con tramos de energía vigorizante y otros de fatiga paralizante. Pero volvemos a ella por sus momentos de gracia, minutos de tan alta tensión placentera, que puedes colapsar de gusto como si cayeras presa del Síndrome de Stendhal (que luego puede evaporarse igual que vino, pero cuando estalla es la mejor maldita sensación que existe). Parece muy grandilocuente mi texto… pero es lo que me sucede a veces, tal cual, casi siempre en procesos musicales. La gente con esta «enfermedad» (quizá lo es), siempre estamos deseando experimentar ese orgasmo, cuantas más veces mejor. Somos más esclavos de esa sensación que del reconocimiento, por más que a todos nos guste un comentario amable sobre cualquier faceta de nuestra persona, esa u otra. Bueno, pues me vuelvo al proyecto que he apartado de mi mente haciendo este texto, a ver si las musas no están de resaca esta noche. PD: Espero que mantengas tu llama creativa siempre, más o menos alta según días, para que yo pueda obtener satisfacción de consumidor, cada vez que mi propia llama baja de intensidad y busco perderme un rato en… otros mundos. 😉
No tengo una respuesta fácil para este problema. En mi caso, la inspiración para crear una aventura nueva es lo más complicado de todo: después no es más que trabajo y disciplina, con una velocidad de avance mediada por las obligaciones cotidianas de la familia y el trabajo.
Pero esa inspiración, oh maldita musa, a veces no llega, pese a que la busco…